jueves, 28 de julio de 2016

Saber cagar y reconocer lo cagado





A Rodrigo, a punto de cumplir tres años, le estamos acostumbrando a ser autónomo en esto de hacer sus necesidades fisiológicas. Por el momento hay que ayudarle. Está bien salir del paso en esto de controlar los esfínteres sobre todo porque pertenece al ámbito del crecimiento personal en sociedad.  Aunque resulten prosaico, que Rodrigo sepa hacer pi-pi y ca-ca, como necesidad mayor, salva del naufragio. Sí, del desastre de orinar o defecar a cualquiera sin previo aviso. Y aunque sea  inoportuna la demanda, da igual que ésta sea en medio de un concierto o del almuerzo, importa que la haga.


Este hablar de lo cotidiano más simple nos acerca al animal con ganas de pensar y de hacer bien las cosas. Es el precio de vivir en sociedad. Hoy pide ca-ca, mañana tendrá que enfrentar otras mierdas que no serán suyas; y  puede que huelan más. Y aunque nunca comprendí que la mierda diera suerte, ahora entiendo que es una lotería esto de saber cagar y reconocer lo cagado.

La aventura de pedir pi-pi.



Nunca comprendí que la mierda diera suerte. Ahora entiendo que es una lotería que el pi-pi y la ca-ca, aunque resulten prosaico, se pidan como la necesidad mayor que salva del naufragio. Sí, del desastre de orinar o defecar a todos sin previo aviso. Y aunque sea  inoportuna la demanda, da igual que esta sea en medio de un concierto de Jazz o del almuerzo, importa que se haga. Este decir de lo cotidiano  nos acerca a lo más primigenio del animal con ganas de pensar y de hacer bien las cosas. Es el precio de vivir en sociedad. Hoy, Rodrigo, apunto de cumplir tres años,se acostumbra a  pedir ayuda ante la necesidad fisiológica, mañana tendrá que enfrentar otras mierdas que no son suyas y estas puede que huelan más. Está bien salir del paso en esto de la porquería pero mejor enfrentarla.

miércoles, 13 de julio de 2016

TODO FLUYE.




Hace unos días Efi Cubero colgaba en mi muro de facebook este comentario sobre el poemario El nombre secreto del agua.:

"Tres partes para un río que avanza en armoniosa soledad buscando "al ser del verbo, con el anhelo/ de darle nombre al agua" y comienza suave, en borbotó de vida para abrirse desde esa luz concreta a la voz expansiva. Tres heridas de agua sobre el tiempo a la búsqueda siempre de ese enigma que nombra la intimidad del mundo. El agua es una excusa para ahondar en sí mismo, en el ser y su esencia, en un secreto que nos llega de lejos desde esa urdimbre que atraviesa tiempos enlazando pasado con futuro pero hallando conciencia en el presente. Y todo, al ser nombrado, matiza los lugares por donde avanza el sueño, la propia realidad rehecha y recreada por la fresca palabra. 

Anhelo de excavar y hallar de nuevo la veta primigenia, algo grande y distinto que, siendo tan terreno, nos devuelva aquel alma de señalar lo audible del silencio. Solos en el origen que designa un sentido, desdoblando los mapas, midiendo las volutas que pronuncian lo sencillo y complejo, profundizar ensueños, constatar realidades, y leer este libro de Faustino Lobato Delgado, que acaba de llegar y recomiendo, y que estoy disfrutando, navegando por él y recorriendo márgenes que sabemos huidizos...Como el agua.


Gracias, mi querido Faustino, por el regalo impagable de este libro. Un abrazo."

Vaya desde este espacio mi agradecimiento a Efi por estas palabras. Y otro abrazo.

lunes, 11 de julio de 2016

Como un verbo en el revés del silencio.



Miras y ordenas con rapidez, mientras los verbos se atascan en tus labios con frases que quieren decirlo todo, sin llegar a completar nada. Es tanta la emoción de contar, hasta el mínimo detalle, que te faltan adverbios para los sueños y artículos, para atar tu realidad. 

Cómo saltas mientras narras y te haces entender: Es la playa y las olas y los nuevos amigos, citados por orden; son los últimos dibujos animados de la cadena Baby.Tv; y los cumple años de los primos, a los que te adelantas al apagar las velas. No pasas de los tres años y coloquias como si tuvieras cuatro. 

Rodrigo, no sé qué será de los dos sé lo que somos en este momento, dos seres creciendo en ángulos dispares; tú para subir y yo para bajar. Cómo expresar con palabras lo que siento al contemplarte. Estás en este punto donde todo se confunde y la broma supera el juego y el juego da paso a la norma y la norma señala el doloroso norte. 

Gritas y parloteas, ríes y lloras, dices "no" cuando quieres decir "sí", y todo se vuelve una masa donde, a veces, tenemos algo que callar para dejar que tú manifiestes tu ser único. Gracias hijo por estar aquí y porque nos haces ser, porque  eres como un verbo en el revés del silencio. 

viernes, 8 de julio de 2016

Como suceden los árboles, de Maribel Tena.

          
 Como suceden los árboles, último poemario de la escritora Maribel Tena, mi compañera y amiga. El título, corresponde a los versos de una de las estrofas finales del poema de contraportada: Si sucedemos/ como suceden los árboles. Este sintetiza lo que el libro desarrolla.

               El poemario, editado por La Penúltima-editorial, vio la luz este mayo de 2016 y en la ciudad de Valladolid. Estas notas de crédito son significativas ya que  contextualizan formalmente el poemario de Maribel Tena en plena primavera y en la ciudad del mejor castellano hablado, Por otro lado, hay que resaltar de esta edición su cuidada manera de envolver los versos de esta poeta villanovense  que siempre nos sorprende.

               El poemario consta de tres partes definidas que van desarrollando este suceder de los árboles, 1) Raíces verticales (pág., 9); 2) El perímetro del incendio (pág. 31); 3) Aspiración del fruto (pág. 51).  En la primera parte los versos nos hablan de la realidad más próxima, esa que está en el propio crecimiento de nuestro ser y fundamenta lo que somos, un permanente despertar que se hace lección;  en la siguiente, los poemas cobran una gran intensidad al desarrollar esa meseta de lo cotidiano donde vivir se convierte en una necesidad solemne que nos devuelve contraluces  habitando lugares insólitos y sin dejar de domesticar nuestra existencia; y en la última, los versos se hacen puntos de reflexión que nos llevan a los anhelos universales que no dejan de ser voces vivas que empujan al valiente seguir y adentrarse sin resistencia alguna.


               Para acercarnos a este poemario, y con todos mis respetos a su autora, seguiré un método de análisis que permmita ver cómo es la arquitectura literaria e intencional del autor. Este métodoconsiste en leer los primeros y los últimos versos de cada una de las partes observando su complementariedad y coherencia. Hay que decir, sin ambages, que el poemario, éste en concreto, tiene una arquitectura literaria impecable y sugerente, y que -independientemente de análisis- merece la pena leer dejándose llevar por sus versos.  

               En la primera parte, Raíces verticales, los primeros versos son el cimiento perfecto de todo lo que se desarrollará después, diciendo así: Al pasado siempre le sobrevive/la memoria del pasado.  A esos versos le unimos los versos finales para descubrir cómo estos complementan el meta-relato: Bien valen algunas canas/ lo que aprendí de tantos viajes/ un territorio que nunca era yo misma. / No quiero más tiempo que este. / Sea.

               Esta parte nos lleva a combinar el pasado y el futuro sin perder de vista la realidad del presente. En los versos de este capítulo hay mucha coherencia argumental, una reflexión que aborda ese arrasar de la gravedad y la desmesura de mirar aquello que uno fue y  que sin remedio mantiene lo que se es.  En esta primera, el yo literario tiene la capacidad de hacernos mirar, al lector, desde los ojos migrantes de la grulla “movida tan solo por la fuerza de la costumbre”. La costumbre, la bendita costumbre que nos mantiene en el norte de unos abrazos, de lo cercano, provocando ese escaso idioma: // cada abrazo prende la mecha/ de un pequeño verbo incendiado.

               En la segunda parte, El perímetro del incendio, y siguiendo el esquema de análisis propuesto se observa que comienza con una estrofa de cinco versos que habla de viajes: Nadie debería marcharse/antes de haberse convertido sus manos/ en este quebradizo pergamino/ bajo el que se lee/ el mapa de nuestra sangre. Y es en este mapa, que marca la orografía de nuestra sensibilidad, donde se entroncan los versos de un poema final con  notas de protesta y reivindicación y donde  lo cotidiano, como el comer, se convierten en puntos de inflexión que nos retrotrae “al rumor trágico de otros mundos/ que están en este”; “a los niños ahogados en el vino medio caro que hemos elegido”; a la adolescente/ “que lucha contra el frio con un fino plástico”… Es imposible no releer, una y otra vez este nudo de la obra, esta meditación que no pretende nada más que acercarnos a lo que somos y a donde estamos.

               La tercera y última parte, Aspiración del fruto, nos deja con ganas de más versos de este tipo, con ansias de morder más fruto de esta categoría. Se inicia con un poema titulado MAYO, con unos versos que sintetizan todo lo anteriormente contado: Demos por comenzada/ la época en que se oye a las flores abrirse/ en su aspiración de fruto.  Unos versos reveladores que nos enfrenta al ideal de lo que, como humanos, tendríamos que ser. De esta forma, los versos finales de esta última parte arrancan en cada una de las estrofas, a modo de canon, con verbos en imperativo, así: inaugura…, abre…, colma…, respira. Porque es así, si queremos mantenernos en la primavera de lo existencial tendríamos que estar inaugurando, abriendo, colmando y despacio, muy despacio, respirando y “penetrados por el misterio…” Un misterio, este,  en el  que el yo literario confiesa creer y que es el de todo aquello/ sobre el que se posan mis ojos- dice.




               Se agradecen libros como este, en tiempos revueltos como el nuestro. Un magnífico poemario de Maribel Tena, al que hay que acercarse porque en él hay esas recomendaciones valientes, como estas- con tonos  heideggerianos-, de no nombrar el ser para evitar que desaparezca: Tantas veces/ lo que está en el aire,/ lo que ha empezado a amarse sin remedio,/deja de pertenecernos si se nombra.

martes, 5 de julio de 2016

La solemnidad de lo sencillo




Hace unos días Pablo Méndez, de la editorial Vitruvio, me invitó a participar en Madrid en el Festival que esta editorial organiza todos los años. El encuentro ha sido el día 1 , primer viernes del mes de julio, a las seis de la tarde. Madrid ardía como una olla a presión. El calor sofocante hacía mas ruidosa la tierra de los parterres de El Retiro, que es donde este Festival Vitruvio se ha celebrado.

La acogida sencilla, diría parca, escueta, lo suficiente como para saber donde estabas. Por mi parte deseaba encontrarme con viejos amigos, conocidos poetas con los que he compartido foros poéticos. Estos eran Julián Borao y Carlos Guerrero. Magníficos poetas a los que admiro y sigo en sus avatares poéticos.

El festival consistíó en un recital. Cada uno de los poetas, de los que había publicado en Vitruvio este año, recitaban un poema. Se podía consumir dos minutos máximo. Hay que reconocer que algunos/as, ademas de tener muy buenos poemas, recitaron magníficamente. Entre todos los poemas, los  que más me emocionaron fueron los que recitaron  mis amigos, Carlos y Julián; me llegaron al alma. Emocionantes versos llenos de ironía y de desamor cotidiano.

Se terminó con una, a modo de, cena en uno de los baretos del parque, justo mirando el estanque central y casi con el alivio de una sombra de toldo. Preciosa vista que dejó de serla cuando las conversaciones se iniciaron y el encuentro, esta vez sí, solemne comenzaba a tomas forma. Me tocó por suerte, siempre es una suerte, con dos poetas y sus respectivas parejas: Maximiano y Cristina. Obvio el apellido y el nombre de las parejas no por maldad ni prisa sino porque en este momento no me acuerdo.

Cuando terminó este aperitiveo en El Retiro nos fuimos a un rincón del Parque en plan de bromas para terminar  después yéndonos a tomar una copa a un bar de Saez de Baranda. El cansancio del día hizo que el paseo me resultara lastimoso aunque-paradójicamente-era agradable al ir caminando con Carlos Guerrero. Este poeta, una mejor persona, es una gozada, una chispa andaluza en todo momento. Buen conversador este poeta malagueño que vive más en Cádiz que en la Costa del Sol.





















La noche no tuvo más sobresalto que el de no acordarme de la calle donde estaba el hotel mientras me montaba en el taxi que tomé a la vuelta. Se arregló porque la plaza cercana al habitáculo era conocida: Manuel Becerra.

En estos momentos , mientras escribo este relatorio, me ha llegado por mensaje de facebook la noticia de que uno de los poetas participantes, Manuel Zunzarren ha fallecido a consecuencia de un accidente de tráfico. Me ha impactado la noticia. El poemario de Maniuel fue uno de los que conseguí coger de la mesa "de gratis" que la editorial había preparado. Vaya desde aquí mi más sentido pésame para su familia y para todos los que lo conocieron, especialmente para Pablo Méndez de Vitruvio.

Termino este relato agradeciendo a Pablo y a su equipo el haberme invitado a este encuentro y por darme la oportunidad de estar, aunque fuera un rato, con algunos amigos. Gracias.

A la mañana siguiente me encontré con otro poeta Alfonso Brezmes, pero esto merece otro posteo. Y por supuesto merece también hablar de mi primera experiencia en Blblacar....


MIS VISITAS AL MUNDO

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Tiene Lisboa sonidos de agosto