sábado, 31 de enero de 2015

Descender al vacío del amén.


Los hospitales tienen ese punto límite donde lo trágico y la esperanza se tocan. Sí, hay momentos donde la tragedia y los olores sin identificar se confunden con la responsabilidad mecánica de auxiliares q siguen el protocolo  al detalle. Se diría q un hospital cumple con los requisitos ambiguos de un lugar intermedio, como el de un purgatorio necesario para la salvación. Y esto sin contar con los ruidos de las horas puntas: carros q se desplazan, enfermeras q saludan, aerosoles disparados, toses, voces...
Ahora, todo está en calma, nada molesta el dormir monótono de mi madre. Esta se altera con el eco de su tos. La miro y descubro ese paisaje de lo frágil ante el q es mejor guardar silencio. Un sin-palabras solemnizando las horas, un descender al vacío del amén.

martes, 27 de enero de 2015

Una especie de balbuceo.



Últimamente me emociona ver a Rodrigo mantener conmigo, mientras lo visto o juego con él, un a modo de conversación que es más bien un balbuceo de sonidos inconexos y guturales que pretenden decir algo. El lenguaje es extraño y creo que tienen coherencia en ese  imitar las palabras que le dirigimos los adultos. Es increíble la rapidez con la que aprende. Y al “parlotear” hay que unir también el andar e incluso correr. Toda una experiencia para él. Rodrigo, creo que con todo esto tiene una sensación de independencia que  le hace sentirse mejor. Cuando corre entre los muebles detrás de los gatos es feliz, o cuando anda a coger las pelotas-sonajeros debajo de los muebles. Este hacer de Rodrigo es para mí toda una metáfora vital de la que aprendo o ante la que no puedo evitar el reflexionar porque también, y todavía, siento que en mi vida me manejo en una especie de balbuceo ante las cosas que, aunque las nombre, nunca las aprecio en su medida. Es cierto que esto responde a esa  búsqueda de lo mejor a la que muchas veces me lanzo. La presencia de Rodrigo me ata a la realidad, su estar vivo no me permite más que estar yo vivo también. 

Hoy, sigo creciendo.


Hoy, madrugada del 25 de enero de 2015, tengo la sensación de saber que crezco. En realidad, no percibo que sea un año más, que lo es, ni un año menos, por aquello de ir restando una vez que pasas el ecuador de la vida. Hoy, cumplo años tendido en una silla de hospital mientras velo el sueño de mi madre y cuido que no se le caiga la goma del oxigeno. Creo que la vida traza estas circunstancias por algo. Ante esto, prefiero guardar silencio y dejar que la vida me siga regalando el poder ayudar a quien tanto me ayudó. 

Hoy, otro año para seguir creciendo por dentro, y esta vez, a la par que mi hijo Rodrigo, que crece por fuera. Y en este crecer, agradezco a Gema su paciencia. Vivir conmigo no es facil. Gracias a los dos por ayudarme a vivir la vida. Siento que soy en la medida que me rindo al perdón de las torpezas y me dejo querer sin parapetos. 

Y en este balance de aniversario no puedo dejar de pensar, también, en todos aquellos que me han enseñado a mirar de frente y a seguir "sin tirar la toalla". Hoy, sigo creciendo

domingo, 4 de enero de 2015

Un ímpetu difícil de contener



Anda, como quien empuja la vida
sorteando las dificultades del frente
unas veces la alfombra, otras la silla.
Un ímpetu difícil de contener.

Con tropezones y risas persigue a los gatos
despertando en el ambiente ancestrales cacerías.
Y entre andares y gateo saltan bolas de colores
hasta aterrizar debajo de los muebles.

El salón, antes desierto de estorbos,
es un campo de batalla, donde sus pies
y sus manos trabajan ávidas por colocar,
descolocando, camiones, perros y peluches.

Y en este quehacer te mira colgado su risa
de nuestra sorpresa. Anda Rodrigo y, con él,
andamos todos al son de gritos y palabras inconexas.
Un ímpetu maravilloso difícil de contener.

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MIS VISITAS AL MUNDO

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Tiene Lisboa sonidos de agosto