miércoles, 24 de diciembre de 2014

Sobre "Un concierto de sonidos..."Carta de Ana Castillo.




Hola, Faustino.

Quiero felicitarte estas fiestas y enviarte un comentario sobre tu libro que he dejado aparcado más tiempo del deseado.Se trata de un poemario lleno de encanto con cuya lectura he disfrutado bastante.

              El título" Un concierto de sonidos diminutos", ya es todo un poema que atrae, sugiere y predispone al lector a iniciar su lectura con curiosidad. Un homenaje a los pequeños grandes momentos de cada día en los que tanto recibimos y damos si sabemos estar atentos.

Se abre el poemario con el poema "Cómo reconocerte".

Los versos en cursiva, que abundan en el libro, son un acierto, atrapan aún más la atención e intensifican el contenido.

Cómo reconocer la voz del alba/ 
en medio de tanto griterío.   
Cómo reconocer el idioma de los gestos/ 
repetidos en el espejo de tu cuerpo.

A estos dos interrogantes ofrece el autor una rápida y acertada respuesta con la última estrofa:

La mañana desata las alas/
de tu voz sobre el bullicio./ 
Sumido en la magia del abrazo/
reconozco los ángulos del misterio,/
como un tropel sin frenos,/
al atravesar las curvas/ 
del alma. 

Así comienza el poemario, con una apuesta por el amor que sobrevuela y vence todos los obstáculos. Y de la mano del amor, el misterio que vibra en cada uno de los "sonidos diminutos" que componen el singular concierto de un día cualquiera en la vida del autor y en la vida de cualquier ser humano. 

                      Así, avanzamos a lo largo de la mañana, desde que el camión de la basura con su ruido empieza a despertar a los ángeles. Nos encontramos con tantos ángeles a lo largo de la mañana...: la madre, el cartero, el tendero. Hay que poseer una sensibilidad especial para ser consciente de esta angelical compañía, para reconocer al ángel en los demás, y Faustino la tiene.

                Llegamos al mediodía donde el tono sereno que había acompañado la mañana, se trastoca en dolor. El mediodía, dice el autor, es un sonido impenitente, es una avenida interminable, que  duele porque, de pronto todo se queda en silencio, un silencio que oprime, que plantea interrogantes existenciales para los que no encuentra respuestas. Pero la vida, lo cotidiano, prosigue su curso envolviéndolo, de nuevo, en él y haciéndole comulgar con lo sencillo. Así lo refleja al final de esta segunda parte en el párrafo en prosa que dice:

Vivo donde el tiempo se trasviste de pequeños chasquidos que no molestan. En el último piso donde los peldaños se acaban pero no las ganas de vivir con ese orden casi perfecto que dibujan la libertad y tu amor.

Una vez más, es el amor el que salva, el que ofrece cordura y armonía.Llegamos a la tarde en la que el mundo es un solemne abrazo, como una puesta de sol.

                La tarde trae recuerdos dolorosos (reflejados en la acertada imagen de bajar al trastero). Pero la tarde avanza con su irremediable cotidianidad y sigue colmando al autor de momentos intensos.

Tú me sigues queriendo, como el primer día,/
con un amor desnudo,/sin límites.

"El amor no entra en las rebajas" es un poema sorprendente en el que el autor demuestra, una vez más, su habilidad, su sensibilidad, para descubrir en cada acto del día, por prosaico que parezca, como puedes ser ir a la compra, un aspecto enriquecedor que le lleva a conclusiones profundas como esta, mientras está esperando para pagar:

Y en el empeño por pagar descubro/ 
que en el amor no hay esperas.

Por último, llegamos a la noche,  Ese punto de fronteras en el que "Enciendo la casa" "Enciendes la casa." "Todo está a punto de cumplirse." "Hora bruja, de permanente espera en la indolencia del tiempo; donde no subo ni bajo y solo asisto a la solemne deriva de la quietud."



                 En cuanto al aspecto formal, llama la atención los versos en cursiva intercalados en los poemas. A veces estos versos en cursiva constituyen, por si solos, un poema. También llama la atención y, en mi opinión es un acierto, los párrafos en prosa son los que interrumpe el ritmo de los versos pero para nada la fluidez de la lectura. Todo esto aporta atractivo al poemario. Abundan maravillosas imágenes y maravillosos poemas como "Como todos los días",  "Llueve", "La sonrisa de los momentos", "Mirada uno", "Uno de estos días", "Hora bruja". 

            Y para no desentonar con la belleza del contenido, la belleza de la edición es un hecho: delicada, con una imagen en la portada que es un poema, esa cascada de relojes lenta, entrañable, íntima, acogiendo todo un universo en las esferas que habrán de recorrer sus manecilla. Enhorabuena al editor y al poeta.

                  Enhorabuena, Faustino. Que el nuevo año te siga colmando de sensibilidad y que nos sigas ofreciendo nuevos poemarios.

Un fuerte abrazo.

Ana Mª Castillo Moreno



martes, 23 de diciembre de 2014

Con el perdón en la boca.




El tiempo me ha desnudado hasta quedar expuesto
a la invasión de lo peor. Estoy  a la intemperie, 
consciente de esta fragilidad, desprovisto y a merced de todo. 
Un silencio diferente levanta un muro, una elegía al desencanto.

Me resisto a no empezar de nuevo, a mirar a la cara, a sonreír
aunque me atenace la nostalgia y los recuerdos se vuelven alimañas,
monstruos al acecho. Sobrevivo. La mañana tiene ese temple
de invierno con sol, de ruidos mínimos, de sordina en las aceras.

La calle está invadida de soledades andantes. Dentro de mí
te alimento, como el primer día, al dibujar las partes borrosas
de tu imagen. Y trazo murmullos de encuentros, que no sucederán.
Prefiero fabular con el eco del pasado que morir de hastío.
  
Y en este presente de fiesta, de risas y contradicciones, el fuego
se agota, como si la luz se empañara en negarme tu presencia.
No quiero vivir entre fragmentos de historias por terminar
ni en la decepción, ni en la mentira. Quiero vivir, a secas.

La felicidad se hace notar en medio de las ruinas,
dando color a lo que todavía  permanece en pie.
Y en este deseo de lo mejor dispongo la mesa,

enciendo las lámparas, con el  perdón en la boca. 

jueves, 18 de diciembre de 2014

Nada que hacer



No hay nada que hacer cuando la vida sigue
su cauce y la piel, pierde el olor de la aventura.
Por qué evitar  el dorado de las aceras
y el barro de la calle, si no estás . Por qué no admitir
el  destrozo transeúnte que  convive con  el tiempo,
ese gigante obsceno que engulle lo mejor.
Por qué no dejar que este éxodo del desespero
encuentre refugio entre los  huecos vacíos del alma.
Nada que hacer cuando tu silencio invade el verso

y la mañana sabe a huida y la tarde a invierno. 

martes, 9 de diciembre de 2014

Cuando la cuerda se rompe

                           



Todo lo que la mirada alcanza y espabila la memoria
a punto de perder tu nombre, todos esos momentos inútiles
y preciosos, lo que ignoré,  lo que aprecio y cabe
en el revés invisible de las manos, todo se vuelve hacia ti.

Hace frío, solo hay ojos transeúntes entre lanas.

Hay silencios que ahogan el recuerdo. Lo querido se vuelve fugaz,
como palabra nunca dicha, como un verso por hacer.
Cuando la cuerda se rompe por la parte más endeble,
ya no se recobran esas mañanas felices de incontables regalos.

Las hojas gritan escarcha entre pies ajenos.

Pocas cosas conforman el ángulo vital donde revives.
Escucho un rap, voz rota  en la frágil frontera de los sonidos
que buscan dueño. Huyes y no busco, te alejas y permanezco,
animal herido.

Los semáforos engullen la monotonía del invierno.

Quiero levantar la mano y pronunciar tu nombre
y dejar que los versos recorran la carne del recuerdo.
El silencio responde sin velar tu imagen. No hay piedad
en esta huida. La cuerda se rompió por la parte más endeble.





sábado, 29 de noviembre de 2014

Con sabor a paraíso perdido.



Es difícil encarar la noche y sus misterios
con ese impulso extraño que solo el corazón entiende
cuando no hay razones para fingir. En mi interior
todavía  cabe esa locura que me hunde en los infiernos.
Busqué su mirada y la encontré con la timidez
de esa emoción contenida que tiene piedad del sentimiento.
Y con las palabras, las pocas que permite la estrechez
de un forzado encuentro, rescatamos lo vivido en  las ausencias .
El tenor quería  tener voz…

La avenida estaba en silencio

No hubo tiempo en el tiempo detenido de la calle.
Todo parecía agotarse en  el  dolor del no saber.
Qué lejos estaban las promesas, las caricias y los verbos
que en otro momento rompieron muros.
Mil voces asomaban de  los garitos queriendo amortiguar
las palabras. Y las miradas tuvieron ese punto de emoción
que la soledad permite. En el interior un grito: ¡sostén al tenor!

El frío recorría las aceras con ecos de castigo.

Una larga espera  hasta que los perros se callaron
y el cansancio me venció. No llegaste. Y en este no volver
hubo un mensaje con sabor a paraíso perdido.
La cabeza contrariaba el reclamo que las vísceras hacían.
No sé si es el miedo el que  elige entre el orden y  la gravedad  
del sentimiento que empuja a la peligrosa sinrazón.

Un ascensor sonaba despellejando la solemnidad del silencio.  

Y en este no saber si hay despedida,
se mantiene la hipoteca de una historia sin final
que vuelve a imponer  el  espacio del silencio.
Otra vez los mil interrogantes que no aceptan la derrota.
Un movimiento de huidas y de sueños que deja la huella
de  un “fuerte abrazo”queriendo decir todo sin decir nada.
Imposible soñar cuando los sueños no nos pertenecen.
No cabe volver, ni empezar de nuevo, ni morir en vida
cuando frenamos  la inercia del corazón para no defraudar
a los ángeles guardianes. Es duro sobrevivir ignorando
las lluvias de otoño.

Amanece con sol.  







martes, 4 de noviembre de 2014

Vocales inciertas



Me siento como barro de las horas, sin la humedad
del primer momento. Busco entre las vocales inciertas
de la mañana ese rastro de promesas que adornaron
los  mejores instantes. Está nublado, hace frío.

Imágenes deformadas se arrastran por ese punto
donde la memoria quiere romper los silencios.
La bruma de  noviembre  desfigura la ilusión
que navega a la deriva entre versos rotos.

Cierro la página de lo vivido para volver a comenzar
otro paraíso donde el ángel guardián estrena puerta
y la luz se hace sentir en la precariedad de los minutos.
Hay consignas de hambre. Sigue nublado.

La hambruna del amor se desliza por la monotonía imperativa
que traza la vigilia común de los mortales. La vista alcanza
lo que el oído entiende en este mercado sin ganancias.
Qué vivir en esta inestabilidad mohosa de los mensajes.

Me siento tan lejos y tan cerca de ti que la realidad
no parece mejorar este estado de sitio. Huir no es lo mejor
cuando las vísceras se mueven anunciando cambios.
Las noticias no mejoran la situación. Parece que llueve.



jueves, 30 de octubre de 2014

La distancia de los graves.






Lento se despierta el día. La luz lame las paredes despejando
la guadaña de las sombras. Y en este acoso de grises y perezas,
los recuerdos se amontonan envueltos en sonidos de la calle.
La memoria juega a regresar al punto cero. Hay mucha soledad.

Las sonrisas no llegan y la palabra golpea las paredes.Todo se repite 
con la mecánica vertiginosa de la prisa. Se marca la distancia 
de los cuerpos. No basta los buenos días, ni el sabor del café, 
ni las tostadas a punto de quemarse. Hay tanta ausencia.

Libros desplegados; un punto rojo en los sábados de octubre;
recordatorios de visitas; marcas en las hojas pares de un libro
por comenzar. Todo descolocado, parecido a  la maqueta
de un jardín inglés. No hay dentro ni fuera, hay  caos.

La carne reclama el suicido de las formas, el comienzo de otra
secuencia. Todo tiene ese apresto falso del ir sin saber a dónde.
Hay que parar esta inercia sin sentido. El deseo retoma el color
de la vida. Duele el parto de lo infinito en este límite de la carne.

En esta lucha no hay  tú ni yo, solo el deseo de alcanzar
el silencio de las cosas, esas que no se nombran,
las que impiden decorar las aguas insaciables de Narciso.
Hay mucha fuerza en la sangre, alas, en este anhelo de vivir.


sábado, 18 de octubre de 2014

En este paisaje de paso



                                                                       Cómo vengar la levedad del alma
                                                                       que calla soledades.


Qué ligera el alma en esta jungla de seres voraces,
Intentando sortear los abismos del abismo
en el que estoy. Sometida al puro devenir
me hace crecer bajo cielos insospechados.

No hay línea recta, todo es azar, improvisación
que me obliga a seguir errante. Y en este tránsito
hay un diálogo que sabe a silencio, a lluvia de otoño,
que cose soledades en el revés de las horas.

Cómo desagraviar esta prudencia inútil que amordaza
el instinto; cómo permitir que la intuición deletree
el mensaje de los instantes en blanco; cómo ver
la cara oculta de las cosas que nos atan a la emoción.

Qué frágil el alma, qué leve su presencia, cuando la carne
reclama las vocales del verso y las horas  levantan ídolos
que controlan la risa y la pregunta. Llueve. Cuánta soledad
en este paisaje de paso donde la vida es dirección sin definir.

viernes, 17 de octubre de 2014

En este naufragio de vivos.




Me duele el cuerpo hasta salpicar las vísceras de miedo,
como si fueran dibujos de un calidoscopio. Siento que muero
al ritmo de este otoño. Sale el sol. Las voces resultan ajenas.
Todo es ajeno al ser cuando la vida escapa de lo simple.

Me duele la carne en este naufragio de vivos.  No quiero
esconder  la gravedad de los sueños bajo al barro.
Quiero vivir sin forzar los silencios, dejando a la palabra
su razón  y a los impulsos su momento. 

Me duele este ser que vuela con frágiles alas  en el espacio
breve de los días. Cómo cansa responder al eco de los muros,
a las palabras de siempre,  y a la lucha inútil de los seres perfectos
que reclaman sus egos. Difícil que la vida mantenga su rumbo.

Me duele tanto este tardar de lo nuevo que el alma
se acostumbra a sobrevivir sin religión y sin patria.
Duele, pero menos, cuando el ser abre los ojos
a la inquietud sin adjetivos y a la súplica sin máscaras.


martes, 14 de octubre de 2014

Hilos de un movimiento alterno.



No sé si emprendí un viaje sin retorno, atrás dejé
alegrías desbordantes, paisajes generosos, y la  silente hermosura 
de las mañanas. El laberinto se estrecha, existe el impulso de seguir. 
Al rozar la levedad de tu cuerpo, escucho voces.

La sequedad del ambiente agota 
el movimiento de los labios. Tanteo entre las sombras.
Lo dulce se vuelve oscuro y las palabras se agolpan
en el hueco de los labios esperando un beso redentor.

Empañado por el frío, un espejo marca la frontera
de los sueños. Todo está nublado. Los ruidos se amortiguan
en el paso de las horas. Quiero volar y me descubro
amarrado a las rejas de esta cárcel, sin tus caricias.

No quiero esconderme de las bestias y enfrento,
cuerpo a cuerpo, la lucha animal del yo incierto.
Un dolor me atraviesa dejándome exhausto.
Todo es tan frágil, que tu mirada me devuelve la vida.

Besos, caricias, miradas. Un universo de emociones
entretejen los hilos de un movimiento alterno
que aleja de la muerte y busca el equilibrio
entre la tierra y la carne de un cielo por descubrir.






jueves, 9 de octubre de 2014

Entre las sombras del asfalto…




Llueve, llueve tanto que la gente corre y se agolpa
en las calles con la ceguera propia de quien teme
un peligro. Llueve. Los vehículos se parapetan
tras los semáforos. Una guerra de poder.
El tambor del miedo suena entre las ruedas.
Un paso de peatones vomita gente en todas las direcciones.
Hay un hambre insaciable de libertad en los pasos que se cruzan.

El olor a café invita a entrar en los garitos abiertos de la avenida.
Un aire familiar recorre la acera. El griterío de los niños,
en el patio de un colegio cercano, pone un punto de color
a la mañana. Y en medio de este infierno, de sonidos y sabores,
me siento como nota en el núcleo de un compás. Una canción
rebelde de cuatro tonos.  El mensaje es directo, tiene pocas letras
en esta estrofa de la mañana, una pesadilla.

Me escapo entre las sombras del asfalto y multiplico los sueños
en el chapoteo de los charcos. Rompo así con la monotonía
del silencio. Miro al cielo y éste me devuelve el eco  del agua.
No deseo  confundir el tiempo con la prisa ni la conciencia
con el perdón en estos versos de cristal que reflejan el otoño.
Pierdo el sentido de la ausencia encendida en la memoria
al  traducir el lenguaje de la lluvia.

Y doy gracias al aire y a las voces que me empujan a leer
esta sintaxis de la calle y sus ruidos, este emigrar de los sentidos
que se afirma en el poema. Y no hay sangre sino ideas
que vienen y van emulando el giro de las aves
atrapadas en el viento.
Llueve, llueve tanto que el agua entra por todos los rincones
del paraguas.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Tan quebradiza el alma...

                                          


                                                  Cómo vengar la levedad del alma
                                                   que calla soledades.



No estoy obligado a pedir amores ni siquiera a amar
sino a vivir en esta colonia de deseos que enraizaron
en la carne, un laberinto de pérdidas absurdas
que castraron la mirada. Encuentros del alma
con otras soledades, con otros llantos, con otros gritos,
con tantas derrotas que los ojos se acostumbraron a ver
cielos de invierno.

 Hay tanta futilidad en el camino, tan quebradiza el alma,  
que la búsqueda se volvió  encuentro eterno con la miseria.
No tengo miedo a tocar el hartazgo de los vencidos,
de los que no tienen norte, de los maltrechos, de los miedosos,
ni de todos los que vendieron sus manos en favor de una caricia,
de los innominados, ni de aquellos que viven sin alzar la voz.

 No estoy obligado a leer lo que no escribo, ni a  emborronar versos
con la mentira de una emoción,  sino a sobrevivir en esta condena,
de puertas adentro, donde las horas se agotan en un punto y seguido
en un volver a empezar. Las vísceras se resisten a esta locura de voces
que entran por todos los resquicios del ser. No hay escapatoria
en este infierno que venga la flaqueza del alma que calla soledades.


martes, 7 de octubre de 2014

A imagen de mí y de mi sombra.



Sujeto al paralelo de Greenwich, acompaño
la vida, esta vida lacerada,  para que las horas
lluevan  exactas sin mojar el alma y todo transcurra
sin retrasos, aunque la memoria traicione el presente.

La memoria, esta torpe memoria, pasea ansiosa
entre el pasado y el futuro, sin poder esquivar
las  preguntas molestas, ese interrogatorio que apaga la luz
y, sin remedio, me  engulle en el agujero negro de los días.

No puedo reclamar la eternidad cuando la carne se aplasta
en el fango. La pasión adorna este decorado cotidiano
que la religión no comprende. Pasión de  risas y llanto,
que amamanta sangre y sobrevive en esta selva de ególatras.

Luego, siempre luego, la conversación de todo y nada,
de lo simple y lo importante hasta dejar limpio el cristal
de las guerras. Dónde está el alivio de  esta ceguera
que me dicta el sacrificio.

Por qué vivir  a imagen de mí y de mi sombra. Por qué
el hijo pródigo es un maldito, y Caín vive en el destierro
y los puros son héroes. Nadie me mira, sigo en la penumbra.
Solo tengo ojos para mis ángeles, los únicos que me soportan.





lunes, 6 de octubre de 2014

Cómo sofocar tanta impiedad.

                                                                             
    


                                                                                   Cómo sofocar tanta impiedad 
                                                                                   en la línea del deseo.


No hay nada que hacer cuando la incertidumbre acecha 
entre el instinto y la razón. Quiero arrancar esta espada 
de Damocles que me tiene asido al borde impío 
de las horas. Ha llovido, los caminos se han anegado. 

Gritar no importa. La voz está rota. 
Y en esta  vigilia, que mantiene abierta
la herida, hay tanto dolor que ya no duele.
Preso del infortunio el verso se nubla.

Las miradas dejaron de ser cómplices. 
Unas, se pierden entre los muros; 
otras, hacen eco, ruedan entre los muebles 
de la casa, como almas perdidas. 

El presente se hace fuerte, guarda la vida 
cerrando la puerta de otros paraísos. 
Nada es ideal en este cotidiano 
de soles a medias y frío de otoño. 

Asisto al duelo de la pérdida, a la triste visión 
de los deseos frustrados. Hay ángeles 
que me sostienen de pie; sonríen, 
empujándome a la risa; me hablan, 

haciendo que recomponga el verbo 
en estos versos de cristal. 

No hay tiempo para perderse 
en el laberinto del “fatum”, solo instantes 
para amar lo cercano. Y en este deseo, 
de amor sin palabras, la espada se aleja de mí.

Revivo entre lo sencillo, entre las cosas simples 
las que se olvidan, las que están en la sombra, 
las que no tienen nombre. Esas cosas sencillas 
que me devuelven la memoria en medio de la angustia, 

las que clarifican cuando todo está a punto 
de perderse; esas pequeñas cosas que te nombran 
y me nombran en medio de este barrizal 
que las tormentas han dejado

jueves, 2 de octubre de 2014

Como un dios errante y desnudo.


La noche está borracha de silencios,
de latidos de la sangre, y de imágenes sin color. 
No estás tú. El silencio se bebe la fe,
la oscuridad engulle  la miseria y sus palabras.

Cómo sofocar tanta impiedad en la línea del deseo.

Una voz, apenas un susurro, naufraga 
en la razón y la maldice. No hay nada 
que contarle al tiempo. Se rompe el espejo
de las manos  en la orfandad de la caricia.  

Cómo vengar la levedad del alma que calla soledades.

 Llega el alba, ese tránsito de la luz que perdona 
el llanto de la piel, vacía de caricias, desterrada.
Se despeja la niebla de estos versos de cristal.
Todo está por hacer. Un punto cero con cicuta. 

Cómo  reconciliar tu gesto si el rencor evita la mirada.

Habito en este bosque del deseo como un dios 
errante y desnudo. No quiero romper las huellas 
de tu cuerpo y del abrazo, ese perfume que arrancaba
las sílabas del hastío hasta devolverme a la calma.

Cómo plegar los bordes de la tierra sin romper 
la esperanza de tenerte.

Existo en ti, me conmueve tu sonrisa 
sin ignorar que tu  dolor vomita las verdades 
y escruta, sin miedo, la cara más oculta de mi alma.
Me duele este habitáculo donde estoy y te contemplo. 

Cómo volver a enamorar tu mirada sin cambiar el color
de tus ojos.

Pido a los infiernos que me atan la paciencia para pronunciar
tu nombre sin quebrarlo. La tierra, invadida de absurda estupidez, 
vuelve al silencio. Dios se asoma al caos. Todo está por hacer.
Eva sonríe. Después vendrá el verbo con sus paraísos.

domingo, 28 de septiembre de 2014

La estupidez.



Los humanos, seres que nos consideramos inteligentes, tenemos fallos “garrafales” como este de la  estupidez. Esta actitud  puede  llegar a desarrollarse en nosotros de forma tan sutil que, sin darnos cuenta, puede alcanzar cotas inimaginables. Einstein decía, como Renan, que la estupidez es infinita.  Cuando esto sucede, cuando el grado de estupidez e inconsciencia es grande, termina por reventar con lo más sagrado. Ante este hecho me pregunto si este animal que somos,  considerado racional y social, no es más que un conjunto de torpezas, propias de quien piensa sin saber pensar  o un manojo de irregularidades pegadas a la fragilidad del propio ser. En realidad, mientras más nos crecemos pensando que lo sabemos todo o creemos haber conseguido mucho al final comprobamos que  no sabemos nada o incluso que no hemos obtenido, la mayoría de las veces, más que basura. Lo peor de la estupidez no es solo hacerse daño a uno mismo sino, y también, hacerle daño a los seres más próximos, a los que te quieren. Estos son  los únicos que- en momentos de tocar fondo de manera estúpida- te saben “poner las pilas”. Maldita estupidez humana, propia de la  condición de nuestro ser, que nos hace ser- muchas veces- tan inhumanos.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Lecciones de humanidad.



Y ahora, después de un alta hospitalaria, a las curas diarias en mi Centro de Salud...Un dolor soportable comparado con otros dolores. Yo, que no tengo paciencia para las enfermedades,me mantengo con ánimo gracias al cuidado atento de mi mujer...y a la sonrisa de mi hijo. Son las dos personas a las que, en este momento, les debo todo...y en especial al hecho mismo de crecer...Si alguien me daY ahora a las curas diarias...un dolor soportable comparado con otros dolores. Yo, que no tengo paciencia para las enfermedades,me mantengo con ánimo gracias al cuidado atento de mi mujer...y a la sonrisa de mi hijo. Son las dos personas a las que en este momento les debo todo...y en especial el hecho de crecer...Si alguien me da lecciones de humanidad son ellos, y particularmente Gema, mi mujer, a la que quiero.Y ahora a las curas diarias...un dolor soportable comparado con otros dolores. Yo, que no tengo paciencia para las enfermedades,me mantengo con ánimo gracias al cuidado atento de mi mujer...y a la sonrisa de mi hijo. Son las dos personas a las que en este momento les debo todo...y en especial el hecho de crecer...Si alguien me da lecciones de humanidad son ellos, y particularmente Gema, mi mujer, a la que quiero. 

Las noches de hospital .




Las noches de hospital tienen esa mezcla de limbo y agujero negro que hacen que los sentidos se agudicen en un viaje extraño de ida y vuelta. Un ir del dolor al sueño de vigilia y un volver, a un cuerpo que responde a medias. Las noches de hospital tienen ese punto de pesadilla-existencial que te hace creer en lo inmediato; en la impotencia de las criaturas ante sí mismos...; en la fragilidad, que rompe egoísmos. Todo parece tan oscuro que roza lo absurdo.Y es que en definitiva vivimos en ese absurdo vital con parches de normalidad. Las noches de hospital te devuelven a la génesis del ser humano, a la dependencia, a sobrevivir en el medio más hostil q está en el interior de uno mismo. La mañana resuelve las incógnitas de la noche o ésta es el espacio de lo sutil donde podemos esconder lo vivido?

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Las nubes van hacia el oeste.



Te he visto en la distancia y no he sabido qué hacer.
Esperarte, falseando la emoción con un saludo o rehuir 
el encuentro. Las nubes amenazan lluvia; el bochorno 
se siente en la ropa. 

Qué difícil es cruzar las palabras después de tantos silencios; 
qué amarga esta coincidencia fortuita y no querida. 
Las buganvilias tienen un color pardo violeta 
al reflejar las nubes. 

Qué hacer cuando las emociones se agolpan y no dejan pensar.
Qué decir cuando el tiempo ha fracturado lo mejor. Un punto 
de confusión con los sentimientos encontrados. Las nubes van 
hacia el oeste, a lo mejor llueve.

martes, 16 de septiembre de 2014

Sopla el aire de otoño.




Entre silencio y silencio, la memoria juega a traerte
y mientras navega por los vericuetos del alma siento
ganas de gritar y rebelarme. Hace frío, las nubes, 
como moscas inquietas, no dejan que las sombras 
tomen fuerza. 

Ya no hay preguntas, ni cueva de leones, no hay nada.
Te fuiste dejándome herido.Tu imagen, cada vez más
distante, es más dolorosa. Sopla el aire de otoño 
arañando las avenidas. 

Quiero descender a esa bodega interior que me habita,
y beber de los recuerdos hasta emborracharme de ti.
Tu ausencia me empuja a otros lugares que no quiero.
Algunas nubes descargan gotas de barro. 

Tanto es el dolor que se acumula, tanta la decepción
que quisiera enfermar de  indiferencia. Los rincones
y sus silencios me hablan de ti. Te siento volar en mi cuello
y descender por la línea acuosa de mis ojos, impresos
de emociones. Hace frío, las nubes no dejan 
que las sombras  crezcan. 

A veces, me desprecio por seguir lamentando ausencias,
por mendigar amores sin necesidad. El lamento es un duelo
no una rebeldía. Y quiero tan solo rebelarme ante este
puto destino que un día te trajo y otro, por accidente,
te llevó en brazos del miedo. Algunas nubes descargan 
sobre el asfalto caliente.

Nada que hacer tan solo guardar silencio. Renuncio
hasta a la pregunta. Y morir, que en esto hay certeza,
a mis egos intransigentes. Hacer que la locura del tiempo,
sin mezcla de emociones,te permita que llegues a mi puerta
donde siempre me encontrarás con un plato de comida.
Hace frío, las nubes, como moscas inquietas, no dejan 
que las sombras tomen fuerza. 

Con la risa pegada a los ojos.




Hace un año que Rodrigo  nos cambió el sabor de la vida.
Un año, aprendiendo a mirar madrugadas; a distinguir 
biberones; a ver con tonos diferentes sonrisas y balbuceos. 
Crecemos con él, entre gotas del oído y saca-mocos;
entre baños y cremas para la piel . Un año, apreciando,
del  biberón al potito,  el mundo  de los sabores.

Ya no hay murmullos sino palabras, simples palabras 
recogidas en un tata que expresa algo más que el sonido 
que desprende. Gatea entre los muebles y ensaya en la atrevida 
vertical del primer mono. Un año, intentando mirar de frente
en un continuo desvelarse con ritmos de mañanas.  Pasos,
sonidos, una galaxia de verbos y frases que sorprende.

Hace un año que el dolor de su madre le empujó 
a ver  el mundo, el otro mundo de los de pié . 
Eran las cinco de la tarde de un dieciséis de septiembre, 
menos nublado que este. 
Rodrigo,un manojo de emociones que hace temblar 
cuando mira y manotea con la risa pegada a los ojos.










lunes, 15 de septiembre de 2014

La certeza de sentir...



Es temprano y ya vengo cargado de mañanas.
La calle siente ese temblor de los corta-césped
y el olor a hierba recién cortada. Barullo de gente
en la terraza de una churrería cercana. Olores,
gritos y, como una avispa indiscreta, tu imagen.

Las mañanas tienen ese tono de septiembre,
mitad gris mitad bochorno, que enciende
las aceras en un crepitar amargo de hojarasca.
Las plataneras han reventado el suelo. Un rap
explota en las esquinas, hay mucho miedo.

Tú imagen revienta mis arterias. La rabia
de no saber me confunde. Está nublado.
Las mañanas de septiembre tienen un color
que se palpa en el susurro  de la brisa.
Las utopías están al otro lado. Y tú.

Es temprano para pensar. El sueño toma
su partida. Tú no intervienes. Cada vez
más lejos, cada vez más ausente. Respiro.
Es bueno la certeza de sentir el aire
y el movimiento, y el impulso de vivir.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Se hace de noche.





En la tarde, pasa rauda tu imagen. Nubes negras,
muy negras se pegan a los cristales. Una contra
la otra. Almohadones sucios flotan en un descolorido
azul. Sopla el viento, corta los muros. Rachas azules,
cielos, trozos azules descoloridos entre edificios.
En tierras pantanosas me debato, frágiles pasos.
No quiero hundirme. Cúmulos blandos soportan
preguntas sin respuestas, sutiles.


Se hace de noche. Todo se confunde, cielo y nubes,
negra masa, impenetrable, muy negra. Tiemblo sin alas
ante la risa ingenua de los ángeles. Bajo qué nube caminas.
En qué música te enredas. El viento se ha vuelto brisa
tenue, simple brisa. Cesa el temblor. Las luces decoran
los rincones vacíos de la avenida. Es de noche, llueve,

camino sin ti . No siento el vacío del dolor. Camino.

sábado, 13 de septiembre de 2014

En este viaje...



En este viaje almaceno cosas, como si  en ello me fuera la vida.
Guardo con escrúpulo lo más íntimo, tus gestos, tu sombra.
Todo lo he colocado en ese cajón secreto de doble llave
en lo más profundo del alma. Fuera, tengo lo imprescindible,
esas cosas sin importancia aparente-un cuaderno con versos,
un lápiz, una lámpara, un disco-.  Me agarro a ellas,
como parte de ti entre mis cosas. Pequeñas parcelas
que te salvan en mi interior. Son ese aire cálido que mantiene 

la tensión del vivir, sin prisas.

En este viaje, hace días que no te nombro, para evitar confusiones.
Al desconcierto sigue la rabia, y a la rabia la pregunta,
y al molesto
 interrogante la mirada perpleja. Rehago las mañanas
para poner en  las tardes notas sin utopías. Camino a secas,
puro movimiento, dándole forma a mi alma. Tomo aliento,
allí donde me dejan, y respiro la música de ese rap que sigue
a la deriva. No son momentos para hacer cuentas sino para crecer
en la amabilidad de las horas pero no de los sueños. Llega el olor
del otoño, tú no estás y sigo vivo.

MIS VISITAS AL MUNDO

MIS VISITAS AL MUNDO
Tiene Lisboa sonidos de agosto