domingo, 19 de agosto de 2012

Lo que iba diciendo de David Eloy Rodríguez


Lo que iba diciendo
David Eloy Rodríguez
Ediciones Liliputienses
 Torrequemada, julio 2012.


Este poemario del cacereño David Eloy, última entrega de Ediciones Liliputienses, es una antología de poemas escritos entre 1996-2012. El título del libro: Lo que iba diciendo,  responde a este antologar un trabajo de dieciséis años. Toda una vida.

El poemario, de 55 páginas y con un formato diferente a los anteriormente editados,  consta de tres partes donde los poemas escogidos van configurando una manera de mirar la vida, escribiendo de ella todo aquello que nos pasa desapercibido por ser tremendamente cotidiano, como  es el hecho de hablar.
Así: En la primera parte, con unos poemas extraídos del libro Asombros (2006), los versos iniciales tienen como protagonista a la palabra y esta disfrazada de flecha o de otras situaciones existenciales que terminan siendo “hormigas en el mar”. En esta primera parte, lo paradójico es al mismo tiempo un planteamiento vital, como en Apariciones fugaces de prodigiosa duración. En este magnífico poema la realidad nuclear es la del niño  secreto que vive bajo todas las máscaras, (pág. 13) ese niño secreto que se asfixia en la maleza de las ilusiones se araña en signos huecos (pág.14), un niño prisionero que se hace sangre (pág. 15). Con estos versos el autor parece indicarnos como en el ser humano hay un sentimiento que se resiste a la mentira, a lo injusto, es el niño interior que todos llevamos dentro, que  a veces impotente, pide esquivar la muerte o volver a nacer de nuevo para aquiestar en el mundo. La figura del niño representa las preguntas y los sentimientos más sinceros que,  como dice David Eloy, apuntan a sucesos magníficos de apariciones de caballos marinos en el páramo (pág. 16). Y todo esto sucede, en  términos especialmente "místicos" , durante la noche, mientras el ser pasa por la dificultad. Porque la "noche" y durante ella  alguien amó unas canciones viejas, dan las tres de la memoria, alguien visitó tierras firmes y naufragios, alguien desmigó su corazón para los pájaros" (págs. 18ss). El planteamiento de esta situación tensional de la primera parte termina con unos versos sugerentes en ese Silenciosos donde los insectos (ya muertos) protestan tardíamente. Quién no se ha lamentado por las necedades pasadas.  Un buen final que subraya el  ir diciendo del poeta donde la palabra como expresión auténtica señala vacíos (pag.9),son palabras malheridas (pag. 10) que, como palomas se disputan migajas de este cielo (pág 11).

            En la segunda parte, con siete  poemas que pertenece al libro Para nombrar una ciudad (2010), premio internacional de poesía Francisco Villaespesa.  el poeta va apuntando situaciones donde el deseo viene y va como un huésped,  donde la ley de las palomas susurran la cura y desamarra el dolor.(pág. 26) Poemas que hablan de la lucha del ser humano consigo mismo donde siempre hay algo que que quiebra el mecanismo de la desolación. (pág, 27); versos que hablan de presencias en  la noche, protagonistas indiscutibles de una existencia, de un mundo en un continuo hacerse. Es el secreto de los nudos versos con unos verbos del existir más elemental: dormir, convivir, hablar. Estos apuntan a situaciones tan  solemnes como cotidianas.  Lo interesante es que estos verbos aparecen en pasado con la intencionalidad poética de ser como  puentes que nos introducen en pequeñas y sugerentes historias: Dormí en estaciones, en cunetas…/ Conviví con chaperos y mendigos…/Hablé la lengua del asfalto y el idioma de los horizontes (pág.31). Historias que están gravitadas por el yo lírico de un ser surco de otro o rastro propio. Esta parte central, finaliza con un sentimiento existencial donde la emoción del poeta se centra en los “sorbos de la noche entre palabras grandes”. Unos versos, en tercera persona, donde “ella lleva el vestido con más ojos de toda la fiesta”.

            En la última parte, los poemas son una mezcla de cuatro poemarios: Miedo de ser escarcha (2010) premio Surco; Asombros (2006); Los huidos (2008) y una continuación del poemario ya citado Para nombra una ciudad. Con esta selección de poemas David nos presenta, de forma contundente, las claves para solucionar los interrogantes planteados: Cómo nombrar, sanar, decidir, huir, en definitiva como vivir en la casa ( Pág. 18), porque como el poeta dice “¿qué se siente en la tormenta cuando uno es el sitio en donde va a caer el rayo?” (Pág. 37).  Para terminar brindando por el tremendo hecho de asombrarse y por “saber siempre ofrecer, como hoy, un ramo de flores a los vivos” (Pág. 55). Un final interesante donde los poemas son ramos de flores y los lectores, vivos que buscan. En definitiva, con estos versos se recogen los existenciales y el vitalismo de todo el poemario.

           Enhorabuena a la Editorial Liliputiense, que tan magistralmente dirige Jose María Cumbreño,por esta entrega de Lo que iba diciendo de David Eloy Rodríguez.

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